Mensaje para la Inspectoria – En ellos, la esperanza vive

Autor: P. Fabian Cardenas, SDB
Delegado Inspectorial de Pastoral Juvenil


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Queridas comunidades educativo-pastorales (CEP), reciban mi más cordial saludo, es espacial mis hermanos salesianos, los diferentes miembros de la familia salesiana y, sobre todo, mis queridos jóvenes:

Nuestro Rector Mayor, P. Ángel Fernández Artime, ha presentado recientemente, a toda la congregación, el tema y nombre de la “Strenna” que iluminará nuestra acción educativa-pastoral para el ciclo 2020 – 2021;

<<Nos mueve la esperanza. “Quiero hacer todas las cosas nuevas” (Ap. 21,5)>>

Pero, ¿Cómo hablar de la esperanza en medio del escenario tan oscuro y pesimista que padecemos actualmente a nivel mundial?

Ciudades completamente paralizadas, el número de desempleados creciendo sin control, niños y niñas sufriendo hambre, el índice de personas con depresión y expuestas al suicidio creciendo exponencialmente, la angustia de tener a un ser amado enfermo con el virus, la incertidumbre que provoca el no saber dónde podría ser adquirido, la muerte de seres queridos a causa del mismo.

Sin lugar a duda, una tarea de grandes retos se nos presenta a todos nosotros, portadores y garantes del carisma salesiano, el carisma de la alegría, en el que proclamamos la experiencia profunda de Dios en la simplicidad del día a día.

No podemos olvidar que la historia de la humanidad se ha escrito en la lucha contra la adversidad, en los grandes momentos en que hombres y mujeres fueron capaces de ver al horizonte con “ojos de proyección”, con un corazón capaz de desear cosas nuevas, con un espíritu rebosante de esperanza.

Es dificil abrir nuestros ojos y contemplar la posibilidad de un mejor futuro, es dificil ver la luz en medio de tanta oscuridad. Pero no es imposible. Tal como lo hizo Jesús y Don Bosco,movidos por la esperanza, en sus respectivos momentos historicos, nosotros, como verdaderos educadores salesianos, debemos prestar atención y apoyar a aquellos que hoy son capaces de dinamizar la historia, de transformar el curso de la realidad y de comprometerse seriamente con esta humanidad que parece tan desolada y desvalida.

Miremos a los jóvenes, a nuestros jóvenes, sí, a ellos, porque en ellos, la esperanza vive.

La esperanza de un mundo más cercano, más humano, más justo, caritativo y solidario.  Es de admirar lo que la juventud unida puede realizar. Un joven consiente de sus capacidades y de su verdadero rol en la sociedad, en la historia y, por supuesto, en la Iglesia, es imparable.

Basta con ojear un poco los grandes acontecimientos que han hecho, realmente grande, este país y darse cuenta de ello, por ejemplo, los movimientos sociales de los años 60, las protestas contra las guerras y el movimiento por los derechos civiles que unió a la sociedad en contra de la segregación social y el racismo.

No deberíamos ir tan lejos; basta con observar todo el movimiento social solidario que ha desatado el desafortunado asesinato de George Floyd y el racismo silencioso que conlleva, la agitada participación juvenil que ha generado la campaña por la presidencia y todos esos gestos caritativos para con las minorías excluidas e indefensas. Los actores y protagonistas de estos acontecimientos son los jóvenes.

Jóvenes, hombres y mujeres con creatividad, pensamiento critico, y capacidad de innovación. ¿No debería esto llenarnos de esperanza?

Esto es a lo que nosotros educadores salesianos de hoy, debemos responder, eso es lo que nosotros debemos reavivar, vigorizar y apoyar. La capacidad del joven de hoy para conmoverse y compadecerse con el necesitado y sufriente, su capacidad para tomar conciencia y comprometerse con la realidad, son inspiradores, son motivo de esperanza.

Hoy más que nunca debemos comprometernos con ellos, debemos apoyarlos en este momento de transición en el que vivimos. Como nos recuerda el Padre Ángel, debemos destruir esa cultura del pesimismo, pasar de la clausura de los muros a la apertura incluyente, pasar del individualismo incipiente a la cultura de la solidaridad empática, de la división a la unidad, de la indiferencia a ponernos en los zapatos de los demás.

Como hombres y mujeres cristianos y salesianos, estamos profundamente convencidos de que nadie se salva solo, debemos acompañar a nuestros jóvenes, y sobre todo dejarnos acompañar por ellos para construir nuevas perspectivas y horizontes, para llenar nuestros corazones con esa esperanza que vive, se mueve y se recrea en esos corazones jóvenes que anhelan y desean vivir.

Que María Auxiliadora nos acompañé en este gran reto de asumir nuestro mundo con esperanza.

En Don Bosco:

 

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