by Fr. Ed Liptak, SDB

Es tu elección. Elige la luz o elige la oscuridad. Elige correcto o incorrecto. Elige el cielo o el infierno. Escoge a Dios o elige a Satanás. Este es el mensaje en hebreo de la verdadera Sabiduría dejada por el anciano Sirácida para su hijo, quien la transmitió a su propio hijo entonces en Alejandría, Egipto. Allí el nieto de Sirach prologó y tradujo la Sabiduría de su abuelo al griego. Dado que la única copia del consejo del anciano estaba en griego, nunca entró en la Biblia judía. Nosotros los cristianos no teníamos ningún problema con eso.
Apreciamos el Libro, y algunos incluso han sugerido que se considere una escritura del Nuevo Testamento, tanto que se parece a la enseñanza de Jesús. El Evangelio de San Mateo, de hecho, cita a Jesús, quien dijo que no había venido a desterrar la Antigua Ley, sino a cumplirla, y su dicho se da en nuestro pasaje del Evangelio este fin de semana: “No pienses que he venido a abolir la ley o a los profetas. No he venido a abolir, sino a cumplir”.
Jesús continuó insistiendo en que ni el cielo ni la tierra pasarán antes de que la Ley pase la más pequeña mota de una letra. Además, Jesús demuestra que la Ley dice: “No matarás”, pero dice que rompes la Ley incluso al estar enojado con tu hermano. Tal ira y odio en sí mismos pueden hacerte digno del fuego del infierno. También implica: “Ni siquiera trates de ofrecer un regalo en expiación por tu ira contra tu hermano hasta que primero vayas a él y busques reconciliarte. Haces lo mismo con cualquiera de tus oponentes. Jesús continuó dando una interpretación más perfecta del sexto mandamiento contra el adulterio, que debemos aplicarlo no solo al acto de adulterio: “Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer con lujuria ya ha cometido adulterio con ella en su corazón”. Jesús pudo haberse preguntado si lo escucharon correctamente, porque agrega que deberían perder un ojo o un brazo y luego permitirles causar un comportamiento pecaminoso.
No sólo su Iglesia, sino Jesús enseñó una visión estricta de mantener la pureza para que el Reino de Dios sea nuestro. Asimismo, Jesús enseñó lo mismo con la estricta ley del divorcio. Jesús continuó aclarando el papel de la vida cristiana como se ve en las Bienaventuranzas para mantenernos felices en la tierra y felices para siempre en el cielo.
Él espera escuchar nuestro “SÍ” mientras nos enseña por medio de su Evangelio, y un “NO” que significa “NO” a cualquier cosa mala que viene de los poderes de las tinieblas. Sólo el pecado puede apartarnos del cielo.