by Fr. Ed Liptak, SDB

Hermanos y hermanas en la fe, las lecturas de este domingo ofrecen a primera vista desafíos casi imposibles de cumplir. Nuestro Jesús gentil y bueno, como lo presenta el Evangelio de Mateo, ha estado aconsejando sobre el modo de vivir la vida cristiana. Y, ahora, él nos hace demandas aparentemente mucho más allá de lo que cual quier ser humano ordinario podría responder.
Primero, note que Jesús pide estas cosas des pués de haber hecho grandes señales para la gente. Él ha suplicado que tengamos fe en él. Él espera que creamos y aceptemos lo que nos en seña. Segundo, en su sabiduría, la Iglesia sabe que este domingo precede al Miércoles de Ceniza y la temporada de arrepentimiento y ofrendas a Dios en expiación por nuestros pecados y los pe cados de todo el mundo. Tercero, Jesús nunca pidió nada a los demás que no estuviera dispuesto a ofrecerse a sí mismo. Su Pasión y Cruz lo de muestra extremadamente bien.
Entonces, dice: “No ofrezcas resistencia a uno que es malo”. “Si uno te golpea en la mejilla dere cha, gira el otro también”. O parafraseando: ‘Si te demandan, des voluntariamente incluso más de lo que te demandan’. “Si alguien te presiona para que sirvas durante una milla, ve por dos millas”. “Des…y no le des la espalda al que quiere pedir prestado”. “Ama a tus enemigos…ora por los que te persiguen”.
Cada una de estas cosas y otras que él sugiere, Jesús lo hizo voluntariamente. Él nos llamó como hijos de Dios a imitar a su Padre que derrama llu via, luz solar (y sus dones) sobre los buenos y los malos. Desde su cruz suplicó perdón por aquellos que lo torturaban cruelmente. A nosotros en el Sermón del Monte nos dijo: “Si amas a los que te aman, ¿qué recompensa tendrás?” Es decir, la recompensa en el cielo. “Los recaudadores de impuestos también aman a los suyos”.
Jesús no dijo que todo esto debe ser la suerte de cada cristiano durante toda su vida, pero sí dijo: “Si algo de esto te sucediera en el curso de la vi da, como yo acepté la voluntad de Dios para mí, así que une tu sufrimiento al mío. Acéptalo como la voluntad de Dios para ti, y nos encontraremos gozosamente en el cielo”. Tú y yo nunca seremos perfectos en esta vida, y eso es seguro. Pero cuando Jesús dijo: “Sé prefecto, así como tu Pa dre celestial es perfecto”, esa seguramente será la plenitud de nuestro gozo cuando nos unamos con la luz brillante, el amor, la vida y la perfección de Dios en la vida eterna. ¿Confiamos en Él?