De nuevo, la Cruz


Reflection by Fr. Ed Liptak, SDB
Translation by Fr. Jesse Montes, SDB


San Lucas ha expuesto cuidadosamente que, en el ultimo viaje de Jesús a Jerusalén, siempre fue consciente de lo que le esperaba. Había descrito la mente de Jesús en un capítulo anterior. Jesús acababa de terminar fuertes lecciones acerca de entrar en el Reino de los Cielos y de tener cuidado, porque el camino a la salvación no es fácil, y quién puede saber cuándo Dios nos llamará. Entonces,

Jesús traicionó sus propios sentimientos: “¡He venido a echar fuego sobre la tierra, y cómo desearía que ya estuviera encendido! ¡Pero tengo un bautismo con el que debo ser bautizado, y cuán angustiado estoy hasta que se cumpla!” (Lc 12; 49-50).

Claramente, Lucas se mantuvo al tanto de este estado mental de Jesús mientras continuaba su narración. La semana pasada vimos el esfuerzo de Jesús para salvar incluso a sus enemigos fariseos mientras cenaba con ellos. Este domingo23, Jesús habla a todos los que desean seguirlo. Su mensaje es firme. “¡No pongas ni siquiera a los miembros más cercanos de tu familia por encima de mí!”, advierte. ‘¡Ni siquiera tú mismo!’ Si lo haces, no te llames a ti mismo mi discípulo’. “El que no lleva su propia cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lc 14, 26-27). Una vez más, Jesús habla de la cruz, la suya y la nuestra, en su camino para ganar la salvación y abrir el Reino. Él es desafiado por su Padre, y nos desafía a llevar la cruz junto con él.

Jesús no nos deja sin consejos sobre cómo hacer esto. Es usar la buena voluntad, el esfuerzo y la preparación. Primero, debemos conceder voluntariamente que ser un buen cristiano es una tarea exigente. Todos tenemos una inclinación natural de que otros piensen bien de nosotros. Jesús sabía esto, y nos invitó a usar esa tendencia para ayudar, no para disuadir nuestra salvación. De ahí el ejemplo del constructor que se sumergió en poner una base para una torre, y luego no tenía medios para terminarla. La gente se reía de él hasta para despreciarlo. Por lo tanto, debemos tener cuidado con que tan buenos cristianos que somos, para que no derrumbemos en el camino y seamos despreciados tal como lo fue el constructor.

O su segundo ejemplo: Aquí estamos, soldados cristianos marchando a la guerra. Vamos a dar batalla. Buenos soldados que somos, miramos hacia adelante. Nos decimos a nosotros mismos: “La batalla no será fácil. Los ataques contra mí serán poderosos. ¿Tendré la fuerza suficiente para ser victorioso?” Es decir, para el cristiano, “¿Seré salvo? ¿Llegaré al cielo?” ¿Qué refuerzo necesitaré?” Jesús responde: “Necesitarás mi ayuda. Necesitarás oración, compromiso, confianza en Mí.

Adelante, Soldado Cristiano, Adelante, en cuanto a la Guerra,
Con la Cruz de Jesús, pasando delante.

No es necesario acumular penitencias adicionales. ¡Solo para estar dispuestos a aceptar nuestras propias cruces diarias, incluso estar dispuestos a perder todo de este mundo, pero nunca a Jesús, nunca a la vida eterna! Señor Jesús, queremos ser tuyos.