Como orar


Reflection by Fr. Ed Liptak, SDB
Translation by Fr. Jesse Montes, SDB


La clara lección bíblica de la semana pasada nos pidió que mostráramos gratitud a Dios, que él también aprecia ser agradecido. Esta Semana se nos enseña acerca de la oración: no debemos tener miedo de seguir rogando a Dios. Una vez más, nuestra Iglesia coopera con San Lucas volviendo a otros pasajes de la Biblia que hacen el mismo punto de súplica.

La Misa comienza con el Salmo 17, hablando como lo haría un alma confiada: “A ti te llamo, porque seguramente me escucharás, oh Dios; vuelve tu oído hacia mí, escucha mis palabras”. En la primera lectura, la Iglesia busca la historia bíblica de Éxodo sobre cómo los migrantes hebreos estaban ganando en la batalla si Moisés mantenía sus manos en alto en oración sobre un campo de batalla. Para que no se cansara, Aarón y Hur movieron una piedra para que Moisés se sentara mientras estaban a su lado para ayudarlo a sostener sus brazos en oración por el conflicto. Dios prestó atención a su oración persistente, y los hebreos fueron victoriosos.

Así, el Salmo Responsorial 121 estalla en canto: “Levanto mis ojos hacia las montañas; ¿De dónde vendrá a mí la ayuda? Mi ayuda es del Señor”. Esa es la postura que nuestras almas deben tomar mientras oramos. Corazones elevados a Dios repetimos: “Nuestra ayuda es del Señor que hizo el cielo y la tierra”. Tal debe ser nuestra confianza.

Entonces San Pablo habla tanto por el Antiguo como por el Nuevo Testamento cuando dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñar, para refutar, para corregir y para entrenar en justicia”. Es por eso que ‘acusa’ al obispo Timoteo: “En la presencia de Dios y de Cristo Jesús, … proclamar la palabra; ser persistente si es conveniente o inconveniente”. Pablo quería que Timoteo fuera paciente en la enseñanza como nosotros debemos ser pacientes en la oración.

Para abrir el Evangelio, la Iglesia cita Hebreos 4:12, “La palabra de Dios es viva y eficaz, discerniendo reflexiones y pensamientos del corazón”. Jesús en el Evangelio usa otra parábola memorable también para insistir en la oración “sin cansarse. Una viuda privada de un juicio justo se declara una y otra vez insistiendo con el juez para que él encuentre honestamente por su bien. El juez injusto, cansado de su acoso, finalmente le da lo que ella pidió. “Así es con Dios”, dice Jesús, “sé paciente cuando ores; tener fe. Dios dará una respuesta justa’.