Reflection by Fr. Ed Liptak, SDB
Translation by Fr. Jesse Montes, SDB
Existe mucho temor del fin del mundo, y muchos creen que la tierra un día colapsará y desaparecerá.
La liturgia de esta semana, sin embargo, nos da una muestra de alegría y temor. La primera lectura de Malaquías pone pavor a los pies de los malhechores: “He aquí, viene el día, ardiendo como un horno, cuando todos los orgullosos y todos los malhechores serán rastrojos;” serán reducidos a cenizas. Para aquellos de nosotros que hemos vivido honrando a Dios nuestro Creador, ese calor será como el agradable calor del sol en cuerpos doloridos. “Para Uds. que temen mi nombre, surgirá el sol de la Justicia con sus rayos curativos”. Los cristianos sabemos que el Sol de Justicia no es otro que Jesucristo, el Señor. Él prometió su segunda venida, y así será.
El Salmo Responsorial repite: “El Señor viene a gobernar la tierra con justicia”. Jesús establecerá la equidad. Los injustos obtendrán lo que merecen. Que ellos teman. Regocijémonos, los temerosos de Dios. Y San Pablo, que había trabajado muy duro mientras estaba en Tesalónica, advirtió a los que tenían tanto miedo de los últimos días que dejaron de trabajar: “Sin trabajo, no hay comida”. “Instruimos e instamos a esas personas en el Señor Jesucristo a trabajar en silencio y comer su propia comida”. El miedo no debe vencer al sentido común.
El Evangelio de Lucas es de poco antes de la Pasión. En el Monte de los Olivos, saliendo de Jerusalén, algunos admiraban la ciudad y el Templo resplandeciente al sol, pero Jesús les advirtió. Su propio fin estaba cerca, y dijo: “Vendrán días en que no quedará piedra sobre otra piedra que no sea derribada”. Cuando sus seguidores le preguntaron cuándo sucedería esto, (paso la destrucción en el año 70 dC cuando los romanos intentaron eliminar la religión judía), Jesús fue más allá y comenzó a describir el fin del mundo.
Los pretendientes vendrán diciendo que son yo y que el fin ha llegado. ¡No los escuchen! Vendrán insurrecciones y guerras. No se asusten. No es el final. Nación se levantará contra nación. Habrá grandes terremotos, hambrunas, plagas, vistas impresionantes en los cielos. Antes de todo esto serán capturados y perseguidos por poderes religiosos, reyes y gobernadores, porque son cristianos. Así, me darán testimonio, y yo estaré presente y les daré sabiduría para avergonzarlos. A algunos de ustedes los matarán, pero “por su perseverancia asegurarán sus vidas”. ¡Terrible, Señor Jesús! No obstante, Salvador fuerte y amoroso,
“Ayúdanos a amarte y obedecerte hasta el día que contemplamos la belleza de tu rostro”.
(Oración sobre el Salmo 90)